domingo, 3 de junio de 2007

EL BESTIARIO DEL MAESTRO


Por Lenin Oña
(Portal de Universia)

"Después de cerrarse la galería, vi a un hombre que miraba a través de la ventana mientras yo montaba una exposición. Golpeó con los nudillos pidiéndome que lo dejara entrar y yo, un tanto irritado por la interrupción, abrí la puerta para ver que quería. El caminar del hombre me recordaba a Toro Sentado, el famoso jefe de los indios Sioux: no hablaba ingles y fumaba en pipa con gran dignidad mientras se las arreglaba para comunicarme con alguna dificultad que su nombre era Víctor Delfín, que era artista peruano, y que quería que yo viera fotografías de su trabajo". Así recuerda el galerista neoyorquino Christopher Condon su primer encuentro con el escultor.

El episodio es demostrativo del carácter decidido del creador de un variado bestiario metálico donde descuellan las aves americanas y los caballos. Es posible que sea uno de los últimos cruzados del arte como signo de identidad de los pueblos. Su obra y su credo siguen una misma línea: "Mi trabajo tiene mucho que ver con el arte popular, de él se nutre y a través de él trato de manifestante". Discípulo de uno de los maestros del indigenismo, Alejandro González (Apurímak), asimiló la lección de este: "Hay que poner los ojos en la tierra y buscar en nuestras raíces". Y es lo que hizo, como lo hacían buena parte de los artistas latinoamericanos entre los años treintas y los cincuentas, empeñados en la autoafirmación cultural ante un mundo cada vez mas ancho y ajeno.

Originario de Piura, hizo su aprendizaje en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima y al concluir los estudios, ganó por concurso la dirección de la academia de Puno, de donde pasó a desempeñar la misma función en Ayacucho, entrando en contacto con las artesanías de esas regiones.
El retablo ayacuchano es una de las piezas características del arte popular andino. Tiene la apariencia de una caja, dimensiones manuales, portezuelas y figuras en el interior. Parecería una versión mestiza de los retablos medievales, peno los eruditos del ramo piensan que se trata de una huaca de orígenes mas prehispánicos que europeos. Los de Delfín, síntesis inicial de sus preocupaciones estético-ideológicas, le permiten crear composiciones figurativistas, en las que menudean personajes entresacados del costumbrismo, o abstractas.

Si aquí la fuente de inspiración es evidente, en los animales y aves el referente es doble. El material -la chatarra- aparece como símbolo de la modernidad, y la temática animalística, trasunto de la idea del tótem, está ligada a las concepciones primitivas sobre los ancestros de la humanidad. De esta manera resume la dualidad en la que se debaten los pueblos que han heredado cosmovisiones antiguas y que se han visto obligados a convivir con realidades y conceptos contemporáneos.

El bestiario es limitado -caballos, leones, toros, asnos, peces- aunque tratado con gran conocimiento anatómico y despliegue de sensibilidad. Al reinventar los cuerpos zoomórficos, los dota de los movimientos pertinentes, los esquematiza -unas veces más, otras veces menos-, y los convierte en emblemas del mestizaje indoibérico.

El repertorio ornitológico aparece más rico en especies y en interpretaciones formales. Unas mas realistas, otras más simplificadas. Unas construidas con estructuras tubulares, otras con bronce repujado, en ocasiones combinando los cuerpos de cerámica con plumajes metálicos y fragmentos de azulejos. Cóndores, guacamayos, aves marinas, gallos y palomas se cuentan entre las aves reconocibles. Y son multitud las alusivas a la morfología del pájaro y el vuelo. Algunas alcanzan dimensiones monumentales y engalanan sitios públicos. En Quito hay dos de estas, una en el parque de la Carolina -un cóndor- y otra en el sector de la Villa Flora, regalo a su barrio del pintor Guillermo Muriel.

Los oficios de Delfín son casi tan variados como las técnicas existentes. Sin embargo, la reputación que le ha brindado la escultura ha conspirado, hasta cierto punto, contra la que merecería como dibujante, pintor de caballete y monumentalista, grabador, cartelista, escenógrafo, diseñador de joyas y tapices. Como pintor es ubicable dentro de anchurosos márgenes de un expresionismo fluido, somero y colorista; se destaca en el retrato y el desnudo, género éste en el que se constata la expresión de una alegría de vivir y de pintar poco frecuente. En el grabado y en algunos lienzos se manifiestan sus convicciones sociales.
Artista culto y artesano iluminado, ha acumulado una obra de gran plasticidad y estricta lealtad a un ideario definido por la necesidad de renovar el arte andino sin traicionar las raigambres indígenas y populares.

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