domingo, 3 de junio de 2007

LAS HUELLAS DE HEMINGWAY EN CABO BLANCO


Publicado por Die Zeitung ohne Papier.
Aunque fueron pocas las semanas que pasó el escritor estadounidense Ernest Hemingway en la caleta talareña de Cabo Blanco (Piura), las historias sobre su estada parecen un mito en el cual se mezclan la pesca de merlines y las conversaciones acompañadas por whisky.


NOSOTROS LO CONOCIMOS.

Máximo Jacinto (izquierda) y Pablo Córdova recuerdan con cierta nostalgia la visita del premio Nobel de Literatura (FOTO: Enrique Cúneo)
En abril de este año se cumplen 51 años de la visita del célebre escritor estadounidense a una caleta talareña de la calurosa Piura. Lo atrajo su afición por la pesca del merlín. Fue suficiente ver el rostro de Máximo Jacinto cuando ingresó a las oficinas del recordado Fishing Club de Cabo Blanco, después de casi tres décadas, para comprender la importancia de los recuerdos que encierran estas instalaciones. Este octogenario pescador es uno de los pocos sobrevivientes de esta apacible caleta talareña que, entre los años 1956 y 1957, fue escenario de más de una aventura al legendario escritor Ernest Hemingway.


"Este es el bar donde el gringo nos invitaba whisky", rememora con los ojos bien abiertos.

"El que lo atendía era Pablo, el ahora dueño del restaurante Cabo Blanco, con quien estuvimos hablando antes", recuerda este hombre de mar que tuvo el privilegio de salir diariamente a pescar con el ya entonces famoso escritor.
Junto con Pablo Córdova y Rufino Tume, Máximo Jacinto es sin duda alguna el que mejor memoria conserva de la estadía de Hemingway.


"Estuvo aquí 34 días y ninguno de ellos dejó de salir a pescar. Le habían dicho que en esta zona había merlines de gran tamaño y cuando pescó el primero no sabía qué hacer de contento. En total, con el gringo (green go) pescamos nueve peces enormes", dice.

Los tres coinciden en señalar que el autor de clásicos como "Por quién doblan las campanas" y "El viejo y el mar" era sumamente sencillo. Además, ellos nunca supieron que se trataba de un personaje conocido hasta que unos periodistas llegaron hasta Cabo Blanco para entrevistarlo, casi al final de su estadía.


ESTRICTA PUNTUALIDAD
"
Al igual que su mujer y acompañantes, el gringo era muy buena gente, pero bastante estricto con los horarios. Muy puntual. Todos los días salía religiosamente a las 6 a.m. para intentar una buena pesca", recuerda Rufino, un pescador ahora retirado que también fue hombre de confianza de Hemingway.

Fui precisamente la idea de filmar una película de su libro "El viejo y el mar" lo que trajo al escritor a la caleta de Cabo Blanco. Según nuestros interlocutores, fue en abril de 1956 que Ernest Hemingway llegó con un grupo de 20 personas a esta tranquila zona de playa, que en esa época estaba en todo su esplendor, pues la Compañía Petrolera Lobitos había construido lujosas casas y el concurrido Fishing Club, lugar que albergó al escritor y compañía.

"En las noches, cuando salía a la terraza, le gustaba tomar su vaso de whisky, aunque también saboreó mucho el pisco sour", afirma Pablo, el entonces barman del club y ahora propietario de un restaurante.

"También se tomaba de cuando en cuando sus cervecitas y comía su pescado encebollado, que era un plato que se hacía por lo general los domingos", agrega Máximo.Los recuerdos siguen fluyendo con naturalidad y la anécdota de Rufino en Cuba ya es conocida por la mayoría de pobladores de Cabo Blanco.


LA FOTO CÉLEBRE
"Resulta que hace unos 20 años tuve una parálisis y me aconsejaron que me fuera a tratar a Cuba. Cuando llegué al hospital de ese país y mostré a un doctor una foto que tenía con el gringo Hemingway, todo cambió para mí. El médico me explicó quién era él y la ayuda que había dado a los estudiantes de su país. 'Es como mi papá', me dijo, y luego me trataron a cuerpo de rey", rememora el pescador. La habitación número 4 del Fishing Club en donde pernoctó Hemingway luce ahora polvorienta y con algunos periódicos viejos en los olvidados rincones.

El guardián de turno nos explica que el club será remodelado y que en unos tres meses volverá a abrir sus puertas, luego de casi una década de estar cerrado. Máximo Jacinto nos enseña también la réplica de un enorme merlín capturado en estas aguas, que tiene más de mil libras (unos 500 kilos) de peso y que luce colgado en una de las paredes del histórico recinto.

El pescador que acompañó a Hemingway confía en que el anuncio de reabrir el club se haga realidad y que a sus 84 años vuelva a ver al recordado Fishing Club con el esplendor de hace 50 años. Tal vez hasta se anime a tomarse un whisky en honor de su amigo.

UN PERIODISTA QUE GANO EL NOBEL
Cuando Ernest Hemingway visitó las apacibles costas talareñas, atraído por la pesca del merlín, ya era reconocido como un escritor famoso.Sus novelas "Por quién doblan las campanas" (1940) y "El viejo y el mar" (1952) tuvieron reconocimiento mundial y por esta última obra ganó el Premio Pulitzer en 1953 y, al año siguiente, recibió el máximo galardón que obtiene un escritor: El Premio Nóbel de Literatura.

Hemingway nació el 21 de julio de 1899 en Oak Park, un suburbio de Chicago, EE.UU., donde realizó sus estudios escolares. Según sus biógrafos, el escritor tuvo una relación conflictiva con su padre, un conocido médico de la zona, el cual se suicidó en 1928 debido a una enfermedad incurable.

Este dato resulta significativo si tenemos en cuenta que el escritor Ernest Hemingway se suicidó el 2 de julio de 1961 con un disparo de escopeta. Su padre quería que Ernest fuera médico como él y su madre, Grace Hall, que tenía aficiones artísticas, quería hacerlo músico. Sin embargo, el joven Ernest renunció a entrar en la universidad y consiguió trabajo como periodista en el rotativo Kansas City Star.

Al culminar la Primera Guerra Mundial, Hemingway fue corresponsal del diario "Toronto Star" hasta que se marchó a vivir a París, donde desarrolló su vocación literaria. El famoso autor también se desempeñó como corresponsal durante la Segunda Guerra Mundial y, terminada dicha tarea, se estableció en Cuba, donde escribió la afamada obra "El viejo y el mar". Fue gran aficionado a la pesca y a la corrida de toros. Se le recuerda como un viajero incansable, recorrió varios países de África (en este continente tuvo un grave accidente en avioneta) América y Europa.


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